viernes, mayo 04, 2007

un bar cualquiera

Creí que esto estaba terminado, pero visto y considerando que hay algunos coletazos aquí va un poquito más (me gustaría saber más acerca del asunto según el cual habrían pagado por el nombre solamente a dos tercios de la sociedad de hecho de los gallegos).

Hay quienes parecen confundir la palabra salvar con derribar, y el mundo del reciclado tiene mucho de este asunto. Muchas veces son torpes y otras, sutilmente, se hacen los giles.

En el bar de la esquina ya no solamente no tenés que pedir permiso sino que directamente te dicen que ni te molestes en intentarlo, si andás por ahí y te estás meando, probá en otro lado, o intentá encontrar un árbol libre en el parque, porque el bar de la esquina tiene baño pero es exclusivo para los clientes.

Puertas cerradas, ventanas cerradas.

¿Alguien esperaba otra cosa? ¿Alguno creyó que el ánimo que se hizo tradición perduraría?

Pues olvídenlo. Una y otra vez, tres hurras para el bar que se fue.

Porque lo que hay ahora es un recicladito de esos que hay por ahí. Le va a ir bien, claro, cómo no.

Pero pende sobre su cabeza un cartel invisible y enorme. Se percibe su presencia y dice muchas cosas, que a los gallegos los engañaron, que las historias que hicieron histórico al bar que allí funcionaba han sido pisoteadas, que esta es una simple maqueta y una correría que, definitivamente, no va a hacer historia, al menos no en el ámbito de la bondad, aunque sí en los anales de un nuevo rubro penal aún no reflejado en ningún código: el crimen cultural.

Por si no leyeron bien, acá sale con lupa:
¿Te estás meando? Meate encima, pero acá no vas a regar tus líquidos, porque aquí solamente evacuan los clientes. ¿Entendiste?

Es más, si sos cliente podés orinar y también defecar, en la misma visita o en visitas alternadas, no hay ningún problema, che, que este bar es notable.

Es notable. Notablemente masticado, rumiado y regurgitado, barnizado, con vidrios arenados y delantales planchados. Planchados como los gallegos, sí.

Dicen correveidiles que a Manolo no le han abonado su parte por el nombre del bar. Qué feo si eso fuese verdad. El cartel invisible empezaría a querer ser notado en nuestro simple mundo tridimensional, como los fantasmas en las películas. Casi sin darnos cuenta. Todo podría comenzar como un susurro difícil de descifrar, podrían ser letras dispersas por el barrio... la a, la ele, la erre, la de... letras que podrían formar muchas palabras quizá, pero que tarde o temprano empezarían a juntarse con un solo sentido, el del dedo acusador.

En fin, si querés orinar, meate encima.

Si te hicieron el chiste y te chantaron un laxante con forma de chicle adams, arreglatelás con un kilo de carbón, pero el ñoba, acá, es ex-clu-si-vo y con el borrón y cuenta nueva a nadie le importa un comino si viniste cuarenta y seis mil veces al bar de esta esquina los últimos cuarenta años. Porque ese bar ya fue.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Evidentemente se nota que JAMAS fuiste al Britanico y hablas porque es gratis. Cuando tengas un ratito de tiempo, que parece sobrarte para escribir sobre asuntos de los que muuuuuyyyy poco sabes, tomate la molestia de pararte a ver si a alguien, alguna vez, no lo dejaron entrar al baño sin ser cliente. O acaso por que crees que hay mal olor? Lamentablemente, entra cualquiera y eso hace que el caudal de visitantes a los sanitarios impida mantenerlos como corresponde para las personas que si consumen, y si aportan a sustentar que esos baños esten limpios.
PD: te retiro la invitacion. Gente como vos no vale la pena.

8:57 a. m.  
Blogger las ranas said...

Dolores, fui varias veces al bar-que-una-vez-fue-el-británico... la última fue un día de semana en invierno alrededor de las 4am... había 3 o 4 mesas ocupadas y estaban pasando un trapo por los pisos... cuando iba a entrar encuentro la puerta trabada... pido que me abran y el encargado dijo "está cerrado"... que la puerta estaba cerrada era claro, que el bar estuviera cerrado, no... pero en lugar de decir dame 10 min. que paso un trapo, no... y nos quedamos en la puerta, 20 minutos, con un frío importante de junio o julio... el mismo imbécil, que no abría después de su trapito, llamó a los imbéciles policías que se supone cuidan el parque, una legión de aprendices de patoteros que me vinieron a cuestionar porque, según el perejil, yo había "pateado la puerta"... cosa que no sucedió, aunque sí había pegado un grito "abran, che, que hace frío"... la patota policial fue repelida porque uno de ellos, con aproximadamente 2/3 de neurona, vio que no iba a prosperar el sistema clásico de amenazas... de allí me fui, claro, a la comisaría, y le informé al oficial de servicio que iba al bar a tomar un café... fui, los policías estaban bebiendo un whisky, en servicio, con uniforme, sin pagar, me tomé un café y un whisky y me fui... Ir a ese bar es una experiencia insoportable... es peor que un bar cualquiera... Respecto del tema baños, si le permiten a todos usarlo, por qué pegan ese cartel? Ignoro qué te hace salir a defender la gestión de esa esquina, probablemente seas pariente o amiga del dueño del local o sus operadores. No hace falta que me invites, iré cuando quiera (y no quiero). En cuanto a quién vale una pena o ninguna, me tiene sin cuidado lo que digas vos, alguien que aparece a comentar una entrada de dos años de antigüedad diciendo que aunque haya un cartel que prohiba el paso todos pasan y que por tal caudal urinario todo huele mal... alguna otra observación? Acaso aprendieron a hacer café?
Yo seré un cabrón, y no me se me va a ir fácil el enojo por la trastada de este bar, pero tus argumentos son bastante flojitos. Saludos.

11:25 a. m.  

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