miércoles, mayo 10, 2006

apuntes

los contenidos siguientes han ido llegando a la dirección de correo anunciada:

1. (este email falló pero está la dirección y seguramente recibe aportes)

Delivery to the following recipient failed permanently:

info@avenidasantelmo.com.ar"

2. Cristina Araceli Lopez
Quiero compartir con alguno de los que lean éstas líneas mi historia con el
Británico. Por el anio(perdón no es que sea bruta es que no tenga la enie en éste teclado y nunca me acuerdo lo que hay que apretar para escribirla) 84, cuando empezamos a salir con el que hoy es mi esposo íbamos casi todos los días al Británico porque mi entonces novio trabajaba en Grafex, sobre Paseo Colón y ahí con un café mediante fue transcurriendo nuestro noviazgo, los mozos nos conocían y nos tenían mucha paciencia yo creo que se daban cuenta que no teníamos un mango. Anios después cuando nació nuestra primera hija fuímos una vez y se las presentamos y todavía se acordaban de nosotros. Hoy estamos un poquito lejos de allí, vivimos en Göttingen , Alemania y nuestra familia se amplió tenemos 4 hijos. Nunca vamos a olvidar ese bar porque forma parte de nuestra historia así como el Parque Lezama por eso quiero aportar mi granito de arena con ésta historia si es de que algo sirve para que siga abierto. Prometo la próxima vez que vayamos a Buenos Aires ir a visitarlos por favor no lo cierren, y tampoco cierren el Parque Loezama. Un
abrazo desde éste lejano rincón del mundo. Cristina

3.
María Jose Sanchez

“Británico: territorio popular de San Telmo”

He ido siguiendo a la distancia las noticias sobre el posible desalojo del Bar Británico. A la distancia porque desde hace tiempo vivo fuera del país. Cada vez que regreso, el Británico - el bar mítico que acoge sin "peros" a vecinos, trabajadores y caminantes desvelados del Barrio de San Telmo - se apropia de mí durante largas horas de café con leche o más bien yo me reapropio de él tan sólo al abrir las puertas cristal de doble hoja.

Las sillas vienesas, los personajes que uno deseaba encontrar después de no pisar el terruño por largos años, el olor a madera y los manteles blancos, relatan a gotas de café las historias que me perdí en la ausencia. Todo está ahí, como uno espera que esté, como uno lo conoce y lo añora: Carlitos, Manolo y José están ahí, de delantal blanco y bandeja de plata, donde uno venía soñándolos desde Ezeiza.

Creo que en ese reconocer y reconocerse en ese bar, es donde reside su potencia, la fuerza que lo transforma en algo que nos pertenece, en un lugar que con el correr de los años se nos ha hecho parte de casa. Ese sentido de pertenencia, la memoria que compartimos de ese bar, las marcas que nos deja y que le dejamos, conforman ya parte de la identidad cultural barrial.

El sector público, avanzada la lucha de los vecinos, interviene en ésta problemática del ámbito patrimonial, comprometiendo al dueño del Británico a no modificar el estilo. Una intervención que percibo incompleta y de perspectiva sesgada.

Pienso que defender el Patrimonio, no es sólo conservar las características del edificio o evitar cambios en la fachada. La fachada, bella como es, no es más que el soporte de un conjunto de historias comunes, de un relato que cuenta la vida cotidiana de los vecinos del barrio, de un legado que se revitaliza a cada palabra, a cada poema de servilleta. Son esos relatos cotidianos los que completan el patrimonio, un patrimonio que por invisible muchas veces no se ve y no se respeta. Lo material y lo inmaterial construyen así un dialogo permanente que conforma de manera acabada lo que entendemos por Patrimono, desde que el primer concepto de UNESCO, en 1972, fuera difundido, discutido y replanteado.

Partiendo de esto, surgen varias preguntas, que tal vez sería interesante responder entre todos: ¿de qué está conformado nuestro Patrimonio, sino de las cosas que sentimos propias, en las que encontramos un significado y sentimos que nuestra memoria se completa en tanto colectiva? ¿Para qué sirve la conservación patrimonial si se vacía de contenido, si se la despoja de los hombres y mujeres que le dieron sentido, de las prácticas y objetos que la construyeron, si ya no nos representa? ,¿Qué sentido tiene "conservar" como un taxidermista, quitando el brillo y la escencia vital a lo que se pretende resguardar bajo un mandato individualista, egoísta?, ¿De qué o mejor a quién va a servir el Británico bajo una política que sólo conserve su fachada y no su espíritu? ¿De qué sirve la gestión del patrimono si no es para defender todo aquello que comprendemos como referente de nuestro pasado y presente en proyección hacia el futuro?

Queda por preguntarnos si el caso del Británico no es parte del proceso de destrucción identitaria que sufren colectivos de vecinos de diversas ciudades del mundo, donde empresarios y comerciantes instalan una visión mercantilizada de la cultura a fuerza de opacar o transformar en una escenografía for export aquellos espacios que antes sentimos como genuinos referentes de nuestra cultura, entendida como un proceso de producción de significado. Consecuencia de la determinación de las políticas neoliberales sobre políticas culturales miopes y parciales, día a día vemos como la ciudad se transforma en un espacio que nos expulsa, que no respeta nuestros derechos, con sitios reservados para consumir y descartar.

¡¡muchas gracias a todos!!

y que viva el británico!!