domingo, mayo 13, 2007
viernes, mayo 04, 2007
un bar cualquiera
Hay quienes parecen confundir la palabra salvar con derribar, y el mundo del reciclado tiene mucho de este asunto. Muchas veces son torpes y otras, sutilmente, se hacen los giles.
En el bar de la esquina ya no solamente no tenés que pedir permiso sino que directamente te dicen que ni te molestes en intentarlo, si andás por ahí y te estás meando, probá en otro lado, o intentá encontrar un árbol libre en el parque, porque el bar de la esquina tiene baño pero es exclusivo para los clientes.
Puertas cerradas, ventanas cerradas.
¿Alguien esperaba otra cosa? ¿Alguno creyó que el ánimo que se hizo tradición perduraría?
Pues olvídenlo. Una y otra vez, tres hurras para el bar que se fue.
Porque lo que hay ahora es un recicladito de esos que hay por ahí. Le va a ir bien, claro, cómo no.
Pero pende sobre su cabeza un cartel invisible y enorme. Se percibe su presencia y dice muchas cosas, que a los gallegos los engañaron, que las historias que hicieron histórico al bar que allí funcionaba han sido pisoteadas, que esta es una simple maqueta y una correría que, definitivamente, no va a hacer historia, al menos no en el ámbito de la bondad, aunque sí en los anales de un nuevo rubro penal aún no reflejado en ningún código: el crimen cultural.
Por si no leyeron bien, acá sale con lupa:
¿Te estás meando? Meate encima, pero acá no vas a regar tus líquidos, porque aquí solamente evacuan los clientes. ¿Entendiste?
Es más, si sos cliente podés orinar y también defecar, en la misma visita o en visitas alternadas, no hay ningún problema, che, que este bar es notable.
Es notable. Notablemente masticado, rumiado y regurgitado, barnizado, con vidrios arenados y delantales planchados. Planchados como los gallegos, sí.
Dicen correveidiles que a Manolo no le han abonado su parte por el nombre del bar. Qué feo si eso fuese verdad. El cartel invisible empezaría a querer ser notado en nuestro simple mundo tridimensional, como los fantasmas en las películas. Casi sin darnos cuenta. Todo podría comenzar como un susurro difícil de descifrar, podrían ser letras dispersas por el barrio... la a, la ele, la erre, la de... letras que podrían formar muchas palabras quizá, pero que tarde o temprano empezarían a juntarse con un solo sentido, el del dedo acusador.
En fin, si querés orinar, meate encima.
Si te hicieron el chiste y te chantaron un laxante con forma de chicle adams, arreglatelás con un kilo de carbón, pero el ñoba, acá, es ex-clu-si-vo y con el borrón y cuenta nueva a nadie le importa un comino si viniste cuarenta y seis mil veces al bar de esta esquina los últimos cuarenta años. Porque ese bar ya fue.
jueves, febrero 08, 2007
La prueba de la mentira
En la esquina de Brasil y Defensa hubo un bar que, no sé bien por cuál de 3 o 5 leyendas, se llamó "Británico". Todo bien con los ingleses, su fútbol me gusta y su rock también.
Hoy, justo hoy, abrieron un bar en esa esquina, en ese local y, oh causalidad, se llama igual. Algunos quizá se engañen, o se hayan engañado, como los que dijeron: "reabre el bar británico".
Lamento decepcionar a quienes tuvieron alguna esperanza, este no es ése bar, porque el bar del que hablo murió.
No murió de muerte natural, sino que fue asesinado. Y este no es un detalle menor.
"Chocan los planetas" dijo el Dr Rei (pronúnciese doctoréi).
Por pedido del teniente y porque creí tener la respuesta, porque la dirección o la coordinación, hoy tocó ir a retirar las 25.000 firmas de quienes solicitaron el "no al cierre del Bar Británico". (para evitar confusiones, a partir de este momento llamaré al bar actual Botánico o también Ánico).
Con las firmas en una carpeta, portadas en una bolsa de zapatería me recordaron que Carlitos estaba al comando de Mar Azul, gran bar que solía visitar en los años 80, un verdadero café porteñazo como el Británico que fue mi bar en el sur. No tuve alternativa y como dijo Alí, allí me dirigí.
Par de cervezas, sandwiches, charlas y partidos de la selección después se hizo la hora de la apertura (apertura, está claro? acá no se reabrió NADA) del Ánico, en esa limítrofe esquina. Límite de barrios y de conceptos, el hipopótamo y el otro. Fui una sola vez al paquidermo, en 1993, pregunté a quienes lo habían propuesto como destino por qué no íbamos enfrente y entre esto y aquello tuve al menos la oportunidad de corroborar por qué ese no era mi lugar. Nunca más volví.
Estaba en la duda: paso por casa a buscar la cámara o mando derecho? No. Este lugar no se merece una foto... prejuicio plenamente justificado; aunque mal no hubiese venido, para comprobar la primera y quizá más inofensiva de las mentiras: "Como en una faltaban, contraté al mismo pintor que hizo el resto para que rehiciera las letras como estaban originalmente" (Clarín, 07/02/07). Va foto de Clarín:
Para quien llegue a leer la palabra "hamburguesa", que no importa si viene de Hamburgo o de Rosario, le pido por favor que eche un vistazo a la otra hamburguesa.
Pero no. No se inquieten, si acaso creen que esta nota se refiere a una tipografía están muy equivocados.
En el Bar Británico NUNCA se sirvió un café en vaso de plástico.
Hoy, con 28° el Bar Británico tendría las ventanas abiertas, no como el Botánico, que las tenía tan cerradas como el denfrente.
¿Adónde quiero llegar? Paciencia, que esta es la última nota de este blog y hay cosas para decir. Un poco de catarsis a nadie le hace mal, che.
¡Cómo me cuesta contener mi lenguaje más soez para referirme a esta... esta... cuestión!
Y fui. Sí. Fui.
Fui porque era mi oportunidad segura de tener cara a cara al actual propietario del local. Cuántas cosas para decirle. Intenté ser respetuoso y no llegar al nivel de escándalo, que nada bueno aportaría. Quizá lo mejor del asunto es que empecé hablando de cosas que él y sus secuaces creyeron eran la entradita para algún tipo de felicitación o agradecimiento. rieron e intentaron sumar "gracias" (no de agradecimiento) a mi enumeración, que fue: rodrigazo, sigautazo, pugliese les hablo con el corazón, moneda nacional, peso ley, peso argentino, austral, plan primavera, uno a uno...
Claro, el asunto es que ESO Y MAS es lo que sus padres, propietarios originales (es más, dijo que sus abuelos!) habían pasado con esos tres gallegos. Tres gallegos que no debían un peso, que pagaron siempre en término.
Señores: no es casualidad que este asunto se gestara a la muerte de los padres del actual titular, se haga llamar sociedad o como quiera, o acaso esa persona jurídica no tiene titulares?
Este shabón al que me voy a referir con el término de zángano, administrador de una riqueza creada por sus ancestros, recurrió, según mi interpretación (conste) a un truco que fue el siguiente:
Señores 3 gallegos 3, se venció el contrato de alquiler, y como la inestabilidad de los precios y la inflación kirchnerista dificultan establecer un valor que sea representativo y válido por los dos años, dejemos pasar un tiempo (hasta abril de 2006) para firmar el nuevo contrato. Mientras tanto, y como una simple, mera, apenas, tan solo, siquiera, por prudencia, por las dudas, por si las moscas, lo que sea, "formalidad", firmemos este convenio de desocupación. (Esa palabrita, formalidad, merece oooootro blog más.) ((Convenio de desocupación = sentencia de muerte))
Tres veces joli. Léase treyolí o en castizo, muy lindo. Claro. Hermoso.
Alguien dijo que ese era el fin del Bar Británico? Alguien dijo que se retiraba?
Nunca se firmó el nuevo contrato, lo yegoga firmaron como firmaron todo lo que tuvieron enfrente en 45 años y se fueron a atender el bar, café, cerveza, medialuna, etc.
Sin contrato y con convenio de desocupación, el sátrapa y sus acólitos tuvieron pista libre.
La desinformación incomprensible del diario que parece que no tiene nada de qué ocuparse, Clarín, no solamente desinforma sino que lo hace en portada... (puf, esto merecería todo otro blog...).
El estado. ¿El Estado? Con mayúscula? Ja. No hay. Solamente para los chanchullos de sus colonizadores de turno.
Así, el Bar Británico, ese con capa de grasa en las paredes, con estilo y democracia, fue matado.
De la capa de grasa no hace falta decir mucho, de la democracia se me ocurre algo: al levantarse la polvareda del desalojo va el periodistita de turno a buscar la nota y lo cacha a Trillo... le pregunta: (esto ya lo conté?) ¿En qué mesa se sentaba Sábato a escribir ta ta ta ta ta ta?...
Trillo lo mira con la bandeja en la mano y cara de nada... "eh?"...
El periodistoide insiste, insiste... Trillo sigue con cara de Trillo y le dice: Yo no sé, el que venía era ese que no veía, el ciego...
Para qué. El jornalero casi rompe el cielorraso de un cabezazo: ¿BORGES? (aquí está mi nota, aquí está mi nota!!!).
Trillo: no sé...
Señores, en el Bar Británico, cual fiel testigo de la Asamblea del año XIII, no existieron los títulos, grados... ahí adentro todos fuimos clientes y nada importó si éramos cucarachas o premios Nobel, con acento en la e...
Una noche estaba el viejo Pinchevsky, el violinero del rock decían los diarios, que era asiduo cliente y un plomazo pero ahí estaba, esa noche con violín... tocaba bien, o entretenía... 3 am de un miércoles o algo así, pasa una pareja y una rubiaza nórdica impactante entra con su vestido azul brillante y pide el violín, se despacha un tremendo tema folklórico báltico, saluda y se va. Recordemos estos momentos, que difícilmente se repitan, empezando porque el violinista del rock está 3 metros bajo tierra.
Y ahora? Ahora nada, solamente la burla de unos delantales con rayitas cual traje mafioso... una gota de sinceridad? Declaraciones intolerables, como que "vienen a salvar" etc. etc.
En mi barrio les dicen CARADURAS, CACHAFACES, BAJA ESTOFA, LUMPENAJE.
Espanto. Irritación. El enojo por ser burlado. Una chica con saquito veraniego de algodón, tipo red, que nunca hubiese entrado al bar porque "se llenaría de olor", ahora sentada sobre una de las mesas, cuando el mundo usa sillas, ella está sobre una mesa lijada a la que le borraron la historia, sin corazones, sin odios y amores, cepillada y barnizada con un tinte oscurecedor de oscuridad como las mentes de estos ignorantes.
Un espejo desterrado, un mueble seudoviejo. Cuadros que rememoran como una carcajada que el británico no cierre sus ojos o algo así.
La cobardía, el escondrijo, la patota de los cuello de goma a los que se le pide permiso y no se mueven, a los indiscretos que leen lo que otros escriben. En resumen: un digno retrato de la basura humana. Lo peor.
Por eso, conocidos y desconocidos, cercanos y remotos, el Bar Británico ya no existe, está muerto por muerte violenta, ahora hay una cueva de café en vaso de plástico y delantales de mafia, con el pleno aval del Estado declarador de notabilidades.
El viejo y noble bar solamente queda vivo en nuestros recuerdos, en los resabios de memoria de noches largas, del almuerzo de Manolo a la 1:30 am (pollo con ensalada), de los desayunos despachados por Trillo o Miñones... en las charlas, en los conciertos improvisados, en la TV de medio color, los gatos (siempre uno) que se ocupaban de alimañas, en la vitrina con botellas de licores evaporados, cafés en esas tacitas únicas, el buen humor, el pronto servicio, el precio amigo y si ese día estabas seco... no lo debías.
El Bar Británico murió asesinado. ¡Salud Bar Británico!
Argentinos: mientras le otorguemos igual importancia al hecho de haber mentido sobre el superavit y cosechar 14.000 millones de pesos de nosotros contribuyentes que quedan a disposición de una lacra gobernante... y que ese hecho es igual de importante como los cuernos de Sergio Denis por Melindra en gran hermano... y que además nos interesen más los entretelones o entresábanas de la niña, estamos fritos. Fritos.
Nos van a engrampar mil veces más por minuto, porque estamos atorrados, porque estamos en cualquiera. Yo. Vos. Ellas y ellos.
Discépolo dijo "siglo veinte, cambalache"... ¡¡¡si supiera cómo arrancó el veintiuno!!!
Todo a la mierda y la reputísima madre que lo remil parió. (sabía que no me iba a aguantar).
martes, octubre 10, 2006
menos de cien metros cuadrados
Globalización... qué será eso... Acaso sea precisamente esto: la eliminación de cualquier sabor particular, no importa cuál sea, para que a todos, desde todo el mundo, escriba de izquierda a derecha o viceversa, pueda consumirlo sin sobresaltos.
Comida oriental sin jengibre ni picante, chorizos sin grasa, café sin café.
Así estamos...
domingo, julio 16, 2006
¡qué ganas de ir al británico!
Qué lo recontramil parió… qué estará haciendo Manolo? Estará igual que yo, recontraputeando…
Esquina muerta por esquinicidio. Baricidio.
Lo que hizo (o no hizo) el benemérdito Estado… refugio de la hipocresía que es de todos nosotros…
Bar notable… por favor… si somos todos un desastre... pero no tengo dudas de que nuestra representación es flor y nata de la sinvergüenza. No, no son personas, es la máquina que hemos creado. Nosotros todos.
Los mandaron a su casa a los escultores de esa obra inigualable. Si por eso era notable!! O lo era porque ahí se sentó el viejo Sábato y se tiró un pedo? (perdón Ernesto, nada personal, pero que no me jodan… el Británico son esos gallegos y la gran masa humana que hizo pie en esa esquina en la rueda loca e interminable, usted, en todo caso, será un cliente más). Mecacho!
Y puta madre, digo mecacho y es Manolito y es Manolo otra vez.¡Cuervo del orto! ¡Minga va a ser campeón San Lorenzo, nomás para amargarte a vos!
(Ja, y Manolito sería de San Telmo también, no? si Mafalda vivía por México o algo así…)
San Telmo me ne frega, si se está palermizando será que hoy se nota pero desde hace por lo menos 10 años que eso es así… fáquit!! Barracas se la banca (no sé por cuánto más).
En fin, basta de acritudes. Hoy es un sábado para ir al Británico y clavarse unos fecas, rodearlos de whiskies o ginebras o fernéx; y si se hace largo más café y ruedas de cervezas, a todo litro. Y no hay.
No hay café (dónde están las tazas??).
No hay whisky (en mi despensa hay un VAT, voy ya)
…
Ahhh… vengo de zamparme un programón en Volver sobre Cadícamo, con el propio Enrique y una batahola de hábiles declarantes, desde el propio polaco y el viejo con pinocho en Cordialmente hasta Alposta y Ferrer y “la piba esta que está de moda ahora, Varela” (Cadícamo dixit).
Envenenado por estas poesías lo puse al mudo y me afiebré. ¡Quiero ir al Británico YA! Ninguna otra conclusión posible… adónde si no recalar para seguir palpitando esta eternidad de las músicas… pero no. No hay.
Siempre hay algo más importante de qué ocuparse. Por ejemplo el curro de hacer bulevares, como el de avenida Caseros… Caraduras!!! Ladrones de ropa tendida!!!
Benvenuto… culparte o no? Ésto querías? Felicitaciones por tu éxito, y más allá de todo te deseo mucho más, espero que hagas una esquina Homero Manzi con show de tango y todo, con milanesas napolitanas y todo. Salame!!
Qué miseria… así van Buenos Aires y tantas otras cosas…
Y paro acá.
Un saludo y mis respetos a quienes todavía hoy buscan y rebuscan caminos y soluciones para Manolo y los muchachos empleados del bar. Y un gran abrazo a Manolete.
Y a los disquisidores, cirujanos de las esferas de lo público y lo privado, les deseo profunda concentración para poder descular este matete que se los ha llevado puestos. Aunque, más allá de cualquier deseo, estoy seguro que cualquier idea brillante y solución no van a llegar antes que las lápidas de unos cuantos. Un recuerdo a los cuervos abogados...
Para qué seguir... esquina sin luz...
Salute!
miércoles, mayo 10, 2006
apuntes
1. (este email falló pero está la dirección y seguramente recibe aportes)
Delivery to the following recipient failed permanently:
info@avenidasantelmo.com.ar"
2. Cristina Araceli Lopez
Quiero compartir con alguno de los que lean éstas líneas mi historia con el Británico. Por el anio(perdón no es que sea bruta es que no tenga la enie en éste teclado y nunca me acuerdo lo que hay que apretar para escribirla) 84, cuando empezamos a salir con el que hoy es mi esposo íbamos casi todos los días al Británico porque mi entonces novio trabajaba en Grafex, sobre Paseo Colón y ahí con un café mediante fue transcurriendo nuestro noviazgo, los mozos nos conocían y nos tenían mucha paciencia yo creo que se daban cuenta que no teníamos un mango. Anios después cuando nació nuestra primera hija fuímos una vez y se las presentamos y todavía se acordaban de nosotros. Hoy estamos un poquito lejos de allí, vivimos en Göttingen , Alemania y nuestra familia se amplió tenemos 4 hijos. Nunca vamos a olvidar ese bar porque forma parte de nuestra historia así como el Parque Lezama por eso quiero aportar mi granito de arena con ésta historia si es de que algo sirve para que siga abierto. Prometo la próxima vez que vayamos a Buenos Aires ir a visitarlos por favor no lo cierren, y tampoco cierren el Parque Loezama. Un
abrazo desde éste lejano rincón del mundo. Cristina
3. María Jose Sanchez
“Británico: territorio popular de San Telmo”
He ido siguiendo a la distancia las noticias sobre el posible desalojo del Bar Británico. A la distancia porque desde hace tiempo vivo fuera del país. Cada vez que regreso, el Británico - el bar mítico que acoge sin "peros" a vecinos, trabajadores y caminantes desvelados del Barrio de San Telmo - se apropia de mí durante largas horas de café con leche o más bien yo me reapropio de él tan sólo al abrir las puertas cristal de doble hoja.
Las sillas vienesas, los personajes que uno deseaba encontrar después de no pisar el terruño por largos años, el olor a madera y los manteles blancos, relatan a gotas de café las historias que me perdí en la ausencia. Todo está ahí, como uno espera que esté, como uno lo conoce y lo añora: Carlitos, Manolo y José están ahí, de delantal blanco y bandeja de plata, donde uno venía soñándolos desde Ezeiza.
Creo que en ese reconocer y reconocerse en ese bar, es donde reside su potencia, la fuerza que lo transforma en algo que nos pertenece, en un lugar que con el correr de los años se nos ha hecho parte de casa. Ese sentido de pertenencia, la memoria que compartimos de ese bar, las marcas que nos deja y que le dejamos, conforman ya parte de la identidad cultural barrial.
El sector público, avanzada la lucha de los vecinos, interviene en ésta problemática del ámbito patrimonial, comprometiendo al dueño del Británico a no modificar el estilo. Una intervención que percibo incompleta y de perspectiva sesgada.
Pienso que defender el Patrimonio, no es sólo conservar las características del edificio o evitar cambios en la fachada. La fachada, bella como es, no es más que el soporte de un conjunto de historias comunes, de un relato que cuenta la vida cotidiana de los vecinos del barrio, de un legado que se revitaliza a cada palabra, a cada poema de servilleta. Son esos relatos cotidianos los que completan el patrimonio, un patrimonio que por invisible muchas veces no se ve y no se respeta. Lo material y lo inmaterial construyen así un dialogo permanente que conforma de manera acabada lo que entendemos por Patrimono, desde que el primer concepto de UNESCO, en 1972, fuera difundido, discutido y replanteado.
Partiendo de esto, surgen varias preguntas, que tal vez sería interesante responder entre todos: ¿de qué está conformado nuestro Patrimonio, sino de las cosas que sentimos propias, en las que encontramos un significado y sentimos que nuestra memoria se completa en tanto colectiva? ¿Para qué sirve la conservación patrimonial si se vacía de contenido, si se la despoja de los hombres y mujeres que le dieron sentido, de las prácticas y objetos que la construyeron, si ya no nos representa? ,¿Qué sentido tiene "conservar" como un taxidermista, quitando el brillo y la escencia vital a lo que se pretende resguardar bajo un mandato individualista, egoísta?, ¿De qué o mejor a quién va a servir el Británico bajo una política que sólo conserve su fachada y no su espíritu? ¿De qué sirve la gestión del patrimono si no es para defender todo aquello que comprendemos como referente de nuestro pasado y presente en proyección hacia el futuro?
Queda por preguntarnos si el caso del Británico no es parte del proceso de destrucción identitaria que sufren colectivos de vecinos de diversas ciudades del mundo, donde empresarios y comerciantes instalan una visión mercantilizada de la cultura a fuerza de opacar o transformar en una escenografía for export aquellos espacios que antes sentimos como genuinos referentes de nuestra cultura, entendida como un proceso de producción de significado. Consecuencia de la determinación de las políticas neoliberales sobre políticas culturales miopes y parciales, día a día vemos como la ciudad se transforma en un espacio que nos expulsa, que no respeta nuestros derechos, con sitios reservados para consumir y descartar.¡¡muchas gracias a todos!!
y que viva el británico!!
jueves, abril 13, 2006
una kincena (compilazione)
Y no pasó nada... bueno, a las 12 del mediodía aparentemente el tal Benvenuto vino a por la llave y se llevó unas cuantas, pero ninguna del bar... "benvenuto" pero mejor "partito".
No sabemos aún si se producirá alguna operación encubierta, cualquier madrugada, y que de mala manera las puertas sean bloqueadas con fajas selladas y firmadas por algún juez. Ni tengo información clara ni sé qué pueda suceder...
Desde mi perspectiva actual creo que todas las acciones realizadas han logrado demostrar que el asunto no se limita a un prolijo papel firmado. Es más, resulta curioso que este caso haya puesto en duda la preeminencia de la propiedad privada. En términos de algún científico sería "una anomalía del sistema". En términos de la política de los estados unidos sería "un argumento espectacular para iniciar un bloqueo por 50 años".
Mi sensación inmediata es la de una enorme carcajada. Me brota.
Si de justicia se trata, la propiedad es burlada y muchos individuos son despojados a diario, y en esas ocasiones, vaya casualidad, al evaluar la variable "poder" (económico, político, social, militar) encontramos que "los que tienen" son quienes con más frecuencia "obtienen" mientras que quienes "pierden" son "los que no tienen"... y me resulta sumamente estimulante que los yegogas se lleven puesta a esta organización guiada por la codicia sin siquiera haberse ocupado. Se diría que actuaron cuales lamas o shaolines que hipnotizaron a la ciudad y movieron las piezas de modo que los ocupantes de cada escaque quedaran a su merced.
Juajuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
Digresión. El 11 de abril fue el cumple de Manolo. Qué tipo que es.... estaba ahí meta despachar cervezas y cafeses y ferneses y blenders (Manolo, me hiciste volcar, guacho, yo venía de mi propio festejo y llegué a casa hecho una calamidad), pero nadie sabía nada. Tuve que mandarlo al frente y ahí le llegó el felizcumple a coro. Estoy muy contento de haber podido ir a festejar/le a su boliche. Fin de la digresión.
Volviendo al tema propiedad, me quedé pensando si acaso, con este asunto de la "protección" del matrimonio cultural, los gallegos podrían llevarse el nombre Bar Británico adonde quisieran o si quizá ya no puedan disponer de su ¡propiedad!
El colmo total sería si el poder político otorgara al dueño del local la libre disponibilidad de su propiedad y a los gallegos no.
Codicia. Se podrán imaginar los millones de asuntos que se dicen en el ir y venir de las conversaciones, entre todas ellas escuché algo: los propietarios del local serían los hijos, es decir los herederos, de quien fuera propietario de la empresa La Campagnola y que la habrían vendido a Arcor por cincuenta de millones de dólares. Si esto fuera así no haría más que confirmar que el problema de estos caballeros sería puramente personal y directamente asociado con la codicia. Hoy obtienen una renta de 4.500 pesos por mes y creerán que podrían obtener... ¿15.000? Si el señor Benvenuto hubiese tuviera 50 hijos, suponiendo que no se gastó un solo dólar del mítico capital, entonces cada uno de ellos estaría perdiendo 1/50 de aproximadamente 3.500 dólares, es decir U$70, lo que representaría ni más ni menos que un 0,084 % anual de su capital. Una cifra brutal desde todo punto de vista. Esto si obtuvieran $15.000 por mes que, además, si así fuese, no sería por su propio trabajo (porque ese cuento no lo compro) ya que todas estas inversiones, ganancias y pérdidas serían sobre el fruto del trabajo de sus ancestros, los mismos que le alquilaran a los yegoga por cuarenta (40) años, atravesando "juntos" todas las peripecias económicas imaginables. En fin, si de dimes y diretes, fantasías y especulaciones se trata, acá me despaché con una tamagno bagno.
Señores Benvenuto, ricos tipos o pobres carmelitas: les envío mis saludos. Y si esto que acabo de relatar no es fiel a la re-realidad les agradeceré que me lo comuniquen, desde ya pondré la información correcta; creo que si existe un público interesado en este blog le encantará saber: "qué porcentaje de su patrimonio (económico, no cultural) se vería afectado si renovara el contrato por 5 años al mismo precio que los muchachos pagan hoy".
¿Entonces nada sucedió? No, pasaron cosas y unas cuantas. Estuve el domingo por afuerita nomás, examinando las caras de los turistas y paseantes locales mientras leían y se informaban a través de los carteles y afiches que están en la fachada. Indignación, signos de pregunta, lo inexplicable. Escuché palabras de apoyo para el bar y desaprobación del cierre por lo menos en español de españa, en francés, en portugués, en inglés, en castizo latinoamericano y desde ya en el local argentino.
En fin. La historia sigue. Hay muchas gentes laburando con voluntad y sin segundas intenciones Los hay quienes participan abiertamente y otros que simplemente van y se instalan y leen o escriben o conversan pero se quedan ahí. Otros no me parecen muy santos, pero su lugar tendería a achicarse, como si ganara la actitud mejor (¿otro ejercicio hipnótico peninsular?).
Como sea, todo indica que hay un triunfo parcial, la historia no está terminada.
Que viva el británico, carajo!!
miércoles, marzo 29, 2006
Una escultura viviente (ante el pelotón de fusilamiento)
Existen definiciones oficiales de lo que constituye el patrimonio cultural, aunque desde mi punto de vista éstas no parecen dejar en claro la relación íntima e incuestionable entre el hecho cultural y quienes lo realizan.
Podríamos colocar el cuadro Guernica en un cuarto con paredes de 7 metros de espesor, le pondríamos un cristal antibalas, millones de alarmas antirrobo y anti-incendio, porque consideramos a ese cuadro como “patrimonio cultural” pero… ¿y Picasso? ¿no importaría si no tuviera un pincel?
Aunque el producto artístico, de valor cultural, histórico, pueda ser “separado” de su creador y ejecutor, ¿cuál es la distancia que los separa?
Jugando a ser dioses o adivinos: podríamos mantener las grabaciones originales de Carlos Gardel en un cubo de nitrógeno a doscientos metros bajo tierra, en un refugio antinuclear pero, si hubiésemos sabido que ese avión no emprendería vuelo, ¿lo hubiésemos dejado carretear por la pista de Medellín?
¿Qué queremos? ¿objetos? ¿no importan, como se diría en la serie Viaje a las Estrellas, las “unidades de carbono” que los pensaron y construyeron? ¿acaso incurriríamos en alguna falta contra un ser infinito si los protegiéramos y les permitiéramos seguir con su obra?
Podemos otorgar medallas y distinciones, colocar placas de valiosos metales, organizar velorios muy oficiales y discursos aun más oficiales, erigir estatuas y monumentos ¿para qué? Para preservar “la memoria” dicen algunos, “para despertar inquietudes en las nuevas generaciones” dirán otros, pero si ese artista precisaba una aspirina o quizá un by-pass, ¿no importa? ¿”que se muera”?
Existen casos en los cuales los homenajes póstumos y las celebraciones frente a una lápida son más evacuaciones de culpabilidad que verdadera justicia.
Hay veces en las que tenemos la oportunidad de hacer justicia y no la tomamos.
El caso del Bar Británico es una de ellas. Una ocasión chiquita, quizá, pero es un asunto que sacude a muchas personas, a un barrio, a la ciudad.
Están por desalojar a sus dueños, trabajadores, creadores, pero solamente nos ocupamos de “la obra”, entendida ésta por las mesas, el horario, la estructura del local y muchos etcéteras, todos distintos aspectos merecedores de ser llamados “patrimonio cultural” pero que son, en verdad, una “construcción cultural”, con firma y sello de tres personas: Trillo, Miñones y Manolo. Sí, cada uno tiene nombre y también apellido, pero son Trillo, Miñones y Manolo, son un terceto que es una unidad, más allá de sus disputas internas, como los hermanos Gallagher y Oasis. Es la firma al pie de la obra.
Vamos a poner un cristal antitiempo, capas de protección, burbujas de todo tipo, pero sus autores no importan, no importan sus voluntades.
¿Saben qué pasará? Claro que sí:
- se va a llenar todo de moho y suciedad (otra peor que la que hoy seguramente podría desterrarse de los sanitarios públicos);
- y se habrán completado los requisitos para definitivamente “borrar del mapa” lo que quede del Bar Británico.
La corrupción del cuerpo sin vida. Inevitable.
Esto no significa que aspiremos a la inmortalidad, no. Los gallegos están cansados, alguno más que otro, pero están, y han sido engañados. Nunca pensaron en “perder”, “dejar”, “abandonar”, decirle “chau, sin más” a su obra de 45 años. Y no porque ellos siquiera fueran conscientes de esta “construcción cultural” porque no son artistas “premeditados”, son artistas espontáneos. ¿Acaso Van Gogh o algún otro impresionista previo “supo” que tal o cual de sus cuadros sería emblema o inspiración o punto de partida de un nuevo estilo? Es tan probable como que el cuadro que nosotros vemos como “fundamental” ni siquiera fuese el que más le gustase al artista…
El Británico puede cambiar, pueden irse de a poco sus creadores, pero hay seguidores con más de 20 años de entrenamiento (¡nada menos!).
El Británico es UNA ESCULTURA VIVIENTE, una obra monumental en sí misma, hecha PRINCIPALMENTE por Trillo, Miñones, Manolo y a la que aportamos un poquito cada uno de los miles y miles de clientes habituales y ocasionales, ignotos e ilustres.
El Británico VIVE, no vive de recuerdos, como las estatuas de cera o algún otro inerte en el Café Tortoni; con todo el respeto que merece ese ámbito, bello lugar, hoy atestado de turistas y totalmente desesperante ya que para tomar un café hay que soportar una seguidilla interminable de flashes fotográficos y gentes posando con uno como “objeto decorativo” (¿patrimonio cultural?). Otro tanto podría decir de La Puerto Rico, remozada y elegante pero donde no se puede pedir una gaseosa y un especial de jamón y queso sin tener $15.- en el bolsillo. Claro que hay lugares que mantienen su estirpe, como el Café de García, pero nada de eso obvia el valor del Bar Británico.
Por este medio propongo la protección del Bar Británico, de su estilo y sus instalaciones, pero también de sus hacedores, que junto con sus parroquianos contituyen una escultura viviente. El Británico Es-cultura. Hasta es gracioso ¿no? Podría ser un eslogan, y si así fuera no haría más que representar fielmente a la realidad.
Como simple parroquiano, no cuento con el conocimiento específico de las leyes que permitirían hacer efectiva esta protección y hasta quizá haya que hacer algunas nuevas si nuestros representantes lo creyeran adecuado.
Si acaso dejáramos que la nueva generación, irrespetuosa de la historia a la que abonaron sus mayores, del patrimonio cultural que es un hecho reconocido y de estos pequeños próceres, trabajadores humildes, amigos de cada simple visitante de ese espacio siempre abierto, digo, si permitimos que alguien borre de un plumazo, arrase con esta obra de arte, entonces habremos saboteado el avión aquel de Medellín, cortado las manos de Da Vinci al nacer o impedido que el Sargento Cabral rescatara a su jefe en San Lorenzo.
Puede parecer grotesco, sí. Debo hablar así para ponerme a tono con lo grotesco de nuestra ignominia, nuestro descuido y nuestras decisiones inexplicables que destinan el dinero público para la construcción de un seudobulevar a metros de Brasil 399, en las primeras cuadras de la avenida Caseros, mientras los niños cruzan la calle en la esquina de su escuela imaginando sendas peatonales, o cientos de miles hacen rayuela a diario para no dejar sus huesos en las veredas destrozadas de la plaza Constitución.
Señores: todo está por hacerse. El desafío es grande pero también es urgente. El Bar Británico debe seguir y el Bar Británico es más que una mesa y una vitrina.
Un día, esta escultura viviente va a morir, pero no podemos arrogarnos el derecho a elegir en qué día.
un cliente
CC: Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Dirección de Patrimonio de la Ciudad de Buenos Aires, Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, Secretaría de Cultura de la Nación, suplementos culturales de diarios La Nación y Clarín, diario Crónica y más.
lunes, marzo 27, 2006
¿en qué sentido me lo dice?
(en la página de destino seleccione fotorreportaje / bar británico)
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domingo, marzo 26, 2006
la última jugada (antes del final)
1. tres gallegos;
2. esa esquina de Defensa y Brasil;
3. más de 40 años de rodaje;
4. el nombre del bar;
5. sus clientes.
Todos los elementos son imprescindibles: quitemos cualquiera de ellos y el británico no existe más.
En principio, y de acuerdo a lo visto, hablado y leído, este es el final:
1. los gallegos firmaron un convenio de desocupación que implica la entrega del local libre de ocupantes el 1 de abril a las 12:00 hs;
2. a menos que logren "vender" el nombre, ya no será más el Británico;
3. se terminó el ciclo de 40 años;
4. si fuera a seguir será en otro local;
5. los clientes... bueno, cada uno veremos.
Siguiendo el razonamiento propuesto, el Bar Británico está despidiéndose para siempre.
La última jugada
A pesar de este panorama sombrío, coadyuvado por el accionar de los propios dueños del bar, queda una esperanza, hay una visión:
1. ellos nunca planearon "perder" el bar, el valioso fondo de comercio que es fruto del trabajo de sus vidas;
2. Trillo y Miñones, uno por cansancio y otro por problemas de salud, sí pensaron en ir retirándose del trabajo, de hecho Miñones no está en el bar desde hace un año, pero tampoco pensaron en "dejar morir" el negocio para el cual tenían / tienen sus planes propios, sea venderlo a sus empleados o a un pariente o lo que sea;
3. Manolo simplemente no concibe otra vida más que la que viene llevando, seguir en su actividad como hasta ahora.
Preguntas:
1. El fondo de comercio tendría un valor aproximado de U$80.000.- ¿Los gallegos son tan zonzos que no les importa perder este dinero?
2. Si lisa y llanamente terminara la explotación del local, se extinguiera el Británico, deberían pagar alrededor de U$50.000.- en indemnizaciones. ¿Creen ustedes que ésta es la idea brillante que pensaron para terminar esta historia de vida?
Según lo que he conversado con cada uno, estas son las respuestas:
1. Manolo entendió que "en marzo se firmaba el nuevo contrato de alquiler";
2. Trillo viene de un momento muy difícil en el aspecto personal y actuó en cierto modo como Manolo, sin pensar demasiado y, siguiendo a Miñones, firmó;
3. Miñones está luchando con su salud y firmó porque le dijeron que "ahora todo el mundo lo hace mientras no tiene contrato".
Nada de esto implica que hubiera una intención concreta de dejar el bar, y mucho menos de verse envueltos en pérdidas por aproximadamente U$130.000.-
Digresión: yo creo que el argumento utilizado por los propietarios estaría en el orden de "la seguridad entretanto no haya un nuevo contrato firmado y en el caso de que ellos tuvieran algún 'inconveniente' como, por ejemplo, morirse, y que alguno de sus herederos o dependientes se 'apropiara' del lugar".
Yo entiendo que aquí se habría "manipulado la voluntad" de estos señores para terminar con ellos, más que con el bar ya que eso está fuera del alcance del propietario (los diarios dicen que fue a Cultura de la ciudad para comprometerse a no hacer un ciber, pero de los gallegos, nada..., en fin, fue a neutralizar el efecto de la presentación de firmas).
Señores del Derecho:
¿Pueden fundamentar el vicio de la voluntad con estos hechos?
¿Puede un tercero intervenir y aducir por el vicio de la voluntad de esta gente?
¿Hay algún otro argumento legal que sirva para defender el derecho de esta gente de continuar la historia como ellos desean, de acuerdo con este bar monumental que ellos construyeron y que por eso les pertenece?
Ya sé que es difícil, pero pido ayuda, el tiempo corre y queda muy poco. Gracias.
Un parroquiano.
jueves, marzo 23, 2006
noche de miércoles
No voy a decir mucho más por ahora. Mañana viernes tendré algo más de información y quizá pueda ayudar a establecer una acción concreta que sirva para que todo siga. La cosa está fiera, no nos engañemos, pero le veo algunos rincones y será cuestión de analizarlos con quienes saben de estos temas.
Un brindis a la salud de Manolo, tipo terrible que cuando estaba por irme me tomé el café número 1000 y me puso al lado un cognac psicotrópico cultivado en esa esquina. Y esa es la otra razón para la brevedad en este reporte.
Arriba, autofoto, detalle del piso y un poco de calma a las 5:15 am.
Salud!
miércoles, marzo 15, 2006
dice Trillo: "hay que pelearla"
Aparentemente, con 6.000 firmas la cosa podría dilatarse, al menos para buscar una solución. Ya habría 8.000. Y la cosa no termina con el bar, los clientes y los dueños del fondo de comercio, sino que también está en juego el empleo de los muchachos que trabajan ahí y que tienen dos décadas laburando. Obviamente Trillo, Manolo y Miñones no están para pagar una indemnización, pero tampoco para bancar un alquiler que sea impagable...
Yo me pregunto, con bronca y desprecio: ¿Alguien podría explicarme para qué mierda están haciendo esa veredita seudobulevár en la avenida Caseros? ¿Cuánto cuesta esa boludez y cuál es la utilidad? Semejante porquería inútil, fea, ridícula... ese es dinero nuestro. Señor Intendente pintado de Gobernador o como se llame: pare con esa obra inexplicable y destine ese dinero para subvencionar, ayudar al Británico o hacer algo que conforme al dueño del local. Expropie y déle la administración del bar a estos señores que son trabajadores de verdad, de 0 a 24, no un rentista mequetrefe ni un contratista o devastador de presupuestos en boludeces.
Perdón por el talante, pero esto me subleva. A una cuadra del bar están haciendo esa pavada...
Este asunto me recuerda el tema de Larralde, tan solo que estos gallegazos ni siquiera dejaron la tranquera abierta, siempre garparon, religiosamente. La otra diferencia es que, si se van, no habrá un perro para despedirlos, sino 100, 1.000, perros, gatos, bípedos y cuadrúpedos, estatuas, monumentos, plumas, callos, zapatillas gastadas, borcegos y sandalias, cámaras de fotos, de video, de cine, caballeros y de los otros, minas y tipos de todas las calañas, viejos, jóvenes... y no sé si habrá despedida, no sé si van a poder arrancarnos de ahí.
En ese rato que estuve veía a gente que se acercaba a firmar, todos de distintas edades y aspectos, una señora que seguramente ya sale poco de su casa, otra muy urbana y probablemente viva en otro barrio, pibas, señores, flacos... La mayoría venía especialmente.
Esa fauna es solamente del Británico. Y miren que hay otros bares en Buenos Aires, pero en el Tortoni se habla en inglés y en alemán, no se puede estar, lamentablemente, todo el tiempo flashes y gente posando. El Café de García es una maza, bendecido por estar lejos del centro, pero bueno, no está en el centro y además es medio "bar de hombres", no por ánimo de la gente, pero es medio así, mientras que el Tánico se ofrece y es visitado por tutti quantti. La Puerto Rico es una vergüenza, por una coca y un pebete de monja y soque te fajan 14 mangos y no se les mueve un pelo, caraduras...
Por el Británico pasaron todos, las figuritas, pero que ahí no son más que nadie, ya saben, Borges, etc. etc., los monstruos sagrosos. Ayer mismo en TV el periodista le preguntaba a Trillo "y en qué mesa se sentó el Che a planear el viaje en moto" (Sr periodista, gracias por ocuparse del bar, se le ocurre alguna otra huevada para preguntar?) y Trillo qué le iba a decir... pero de pasada manda: "y ahí se sentaba el otro... el viejito ése que casi no veía... el escritor...", "BORGES?!?!", "sí, ese..."
Claro, lo que pasa que ahí no hay estatuas de cera, ni fotos, ni carteles, ni nada, no se hace ahlaharahca. No señor. Ahí se toma café, cerveza, se charla o se toca el violín, pero el lugar es igual para todos y nadie es distinto. No hay VIP, no hay patovicas, no hay horarios. Cuando todas las luces de la ciudad se apagaron hay una que siempre está encendida, una máquina de café funcionando y un gallego listo para despacharle una taza y un chiste.
Buenos Aires: Gardel, Cadícamo, Celedonio, De la Púa, tantos... tantos te cantaron y te escribieron y te quisieron. Hoy Buenos Aires somos nosotros y si no la cuidamos un poco nos vamos a la mierda y mandamos al carajo a estos chabones que decimos que respetamos, que admiramos.
El Británico es un Buen Buenos Aires y debe seguir.
lunes, marzo 13, 2006
manden material!!
barbritanico@gmail.com
gracias, merci etc.
la vitrina no se toca
En verdad hay quien se atreve a desmontar estas piezas arqueológicas? Los curadores del museo de ciencias naturales de la ciudad de La Plata dudarían en hacerlo, pero parece que hay atrevidos que están dispuestos a cualquier cosa. Sr. Jorge Telerman, usted tomó un café o una birra en el británico? Por qué no se fija si puede contentar al ambicioso que quiere liquidar este refugio universal para llenarlo de cables y pantallas? La ciudad ya ha gastado nuestro dinero en cosas menos útiles que la protección de este templo.
¡¡que viva el británico!!
Invito a todos los que alguna vez estuvieron en ese bar y aprecian su continuidad que lo digan aquí y pasen la voz, que lo expresen como quieran, como puedan, con fotos, cartas, historias, poemas.
Que viva el británico, carajo!!